6 de abril de 2011

Fuerte como Popeye con cicatrices como bocas

A veces tengo miedo de hablarte, de decir cualquier tontería y que esa imagen que tienes de mí se borre; aunque de esta rutina de viernes se ha borrado el verte siempre. Te echo de menos, es cierto y no me cuesta admitirlo, lo que si me cuesta es hablar. Tus ojos me transmiten algo que yo no entiendo, mis ojos perciben algo a lo que no le encuentra sentido y me hace sentir confusa, no se qué decir nunca. Sonrío y me pongo prepotente.
Eso me hace daño, para eso las tiritas, una vez a la semana, me han curado las heridas. Eso es lo de menos...
A mi me hace más daño que no sepas enfrentarte a tus problemas, y yo soy uno de ellos. Si, tengo que admitir que lo se. que te quiero y que no voy a dejar de hacerlo, por eso, si de verdad eres valiente deberías ser tú quien me diga las cosas a mí.
Cada vez que te veo mencionamos esos problemas, pero nunca pensamos en resolverlos. Se que no eres mío, y para colmo ahora no eres libre, eso hace que me cueste más dirigirte la palabra, pero a ti el doble. Es como si alguien te retuviese, cambiase tu vida por completo y también tu personalidad.
No se quien es ella, no lo quiero saber. Moriría de envidia si lo supiese y haría todo lo posible por hacer que fueses mío. Prefiero que seas feliz y tan solo para ella, pero que no te olvides de mí, que me sigas recordando como una de las mejores personas que has conocido, la mas humilde, de las que más daban por ti, porque yo soy la que más daría por ti si afrontases los pequeños obstáculos.

No hay comentarios: